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LOS CASTELLS

Los castells son construcciones humanas de seis a diez pisos de altura que nacieron a finales del siglo XVIII, en la zona del campo de Tarragona, y que posteriormente se expandieron por todo el país.

Cada castell es el resultado de valores tan universales como el trabajo en equipo, la solidaridad, la autosuperación, el sentimiento de pertenencia o la integración de personas de todas las edades, orígenes, razas y condiciones sociales.

Una tradición genuinamente catalana que la UNESCO declaró el año 2010 Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Historia

Durante los más de dos siglos de tradición, los castells han evolucionado notablemente y han vivido situaciones extremas: de estar a punto de desaparecer, hace unos cien años, a vivir su mejor momento en la actualidad.

Los castells son una evolución del ball de valencians (‘baile de valencianos’), una muestra de folklore que finalizaba con el levantamiento de una figura humana. Cuando este baile, originario del País Valenciano, llegó a Cataluña en el siglo XVIII, arraigó con fuerza en las comarcas del Camp de Tarragona, el Penedès i el Garraf. La figura final con la que acababa el baile fue ganando protagonismo: el aliciente era hacerla cada vez más alta o complicada, no sólo para superarse a uno mismo, sino también para superar a los otros grupos de ball de valencians. Fue en Valls donde esta competencia acabó dando autonomía propia a la figura final, hasta convertirla en lo que hoy en día conocemos como castells.
Hacer la construcción más alta era el objetivo de los primeros castellers vallenses que, a principios del siglo XIX, se organizaron ya en dos colles: la de los Payeses y la de los Menestrales. Las colles vallenses se desplazaban por todo el Camp de Tarragona i el Penedès, de junio a octubre, participando en las fiestas mayores.
Durante el primer siglo de existencia, el mundo de los castells evolucionó en positivo, las colles fueron consiguiendo nuevos hitos que las llevaron a levantar castells de hasta nueve pisos. Es en 1851 cuando se documenta el primer Castell de 9 con folre de la historia, durante las fiestas de Santa Tecla de Tarragona. La actividad gozaba de una gran popularidad en su área tradicional i es el periodo que se conoce como primera época de oro de los castells. Este período se cierra en el Vendrell en 1893 con el último Castell de 9 pisos que se verá en casi un siglo.
A principios del siglo XX se producen diferentes fenómenos que hacen que la actividad castellera se estanque: una fuerte inmigración del campo a la ciudad para encontrar trabajo; los deportes modernos como el futbol empiezan a ganar adeptos, y la sardana ampurdanesa se impone por todo el territorio; en definitiva, los castells pasan de moda y pierden gas hasta el punto de llegar casi a desaparecer.
Desde su nacimiento y durante cerca de 130 años, los castells habían sido un elemento casi exclusivo de las colles de Valls, generalmente dos, que a lo largo del siglo XIX se fue desplazando por todo el territorio casteller: campo de Tarragona, Penedès y Garraf. A partir de 1926 los castells viven un resurgimiento a partir de la fundación de las primeras colles estables no vallenses, en Tarragona y en el Vendrell. Un hecho que modifica el mapa y motiva una nueva competencia que implicará un fuerte crecimiento del mundo casteller, con la recuperación de los castells de ocho pisos en un momento en que las colles empiezan a utilizar un color de camisa para diferenciarse entre ellas. Pero los tres años de Guerra Civil Española (1936-1939) suponen un fuerte retroceso para la actividad castellera que, aun así, no se detiene.
La dictadura no supone una prohibición de los castells, que entonces no son vistos como un símbolo de catalanidad, sino como un simple espectáculo tradicional local. El régimen, eso sí, obliga a las colles de una misma localidad a fusionarse en una sola entidad. Durante los años 50 y 60 se va recuperando la normalidad y el hecho casteller gana en vitalidad, con una gran rivalidad entre las colles de Valls y las demás. Se acerca el fin de la dictadura y los castells experimentan un cambio social que los acabará convirtiendo en lo que son en la actualidad. En 1969 nace en Barcelona la primera agrupación de fuera del ámbito tradicional y también la primera en que los castellers no cobraban.
La transición hacia la democracia comporta un movimiento social de recuperación de la calle y de reivindicación de la cultura catalana. En este contexto continúan surgiendo nuevas colles fuera del área tradicional castellera que plantean un nuevo modelo de colla precursora de la integración total de la mujer. Es en este momento cuando los castells se impregnan de muchos de los valores actuales: se convierten en una actividad altruista e integradora y se empiezan a concebir como un símbolo de país.
Es en este contexto que llega un segundo momento de recuperación de castells de nueve pisos. En 1981 la Colla Vella dels Xiquets de Valls descarga, casi un siglo después, el 4d9f que sirve para abrir las puertas a la que se ha conocido como segunda época de oro de los castells. Cinco años más tarde la Colla Joves Xiquets de Valls completa también el 3d9f y los castells de nueve se empezaran a ver también por parte de otras colles punteras del país.
Con la presencia de los castells en 1992 en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona, el mundo casteller vive una fase de mediatización e internacionalización que sirve para la creación de nuevas colles hasta llegar a las sesenta a finales de los años 90, el doble de las que había diez años antes.
Los nuevos éxitos no tardan en llegar y en 1993, los Minyons de Terrassa logran el primer castell de la llamada gamma extra (de dificultad superior a los castells de 9) y en 1998 se realizan los primeros castells de 10 pisos, cuando en noviembre los Castellers de Vilafranca consiguen cargar el primer 3d10fm y una semana después los Minyons de Terrassa lo descargan.
A partir del año 2010, con la inclusión de los castells en la lista representativa del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por parte de la UNESCO y a consecuencia también de la crisis económica que facilita la entrada de nuevos miembros a las colles, se vuelve a vivir un boom con la creación de tantas colles que se llega al centenar en 2019. Este año representa también un salto importante a nivel técnico ya que, durante la Diada de Santa Úrsula, las dos colles de Valls cargan por primera vez en la historia el mítico 3d9sf, un castell de 9 pisos de altura y tres personas por piso sin el refuerzo habitual que lleva en el segundo piso y que, hasta el momento, sólo se había conseguido con una estructura de cuatro.

LA TÉCNICA

Los castells no son el resultado de improvisaciones aleatorios en las plazas, sino fruto de un estudio detallado de las estructuras, sus componentes y las funciones y ubicaciones de cada uno de ellos, en primer lugar; y de un ensayo constante durante meses, en segundo.

Partes de un Castell

Son siempre los tres últims pisos de un castell, excepto en los pilars (‘pilares’). Lo integran los más pequeños de la estrucutra: dosos, acotxador y enxaneta. Y, atención, porque para determinar la altura del castell, ¡cada uno de ellos computa como un piso!

Son las personas que configuran el esqueleto de la estructura. Segons, terços, quarts, quints, sisens y setens es la nomenclatura que recibirá cada uno de los pisos del castell. La tipología de castellers varía en función del piso; como más arriba más ágiles y ligeros son los componentes.

La dificultad técnica de algunas construcciones hace que sea necesaria una segunda base de soporte, folre (‘forro’), o hasta una tercera, manilles (‘manillas’), que están concebidas como una pinya pero más reducida en número de castellers.

Es el nombre que recible la base del castell y tiene dos funciones básicas: por un lado, fija la estructura, y por el otro funciona como colchón en caso de caída. Una de las cosas que más sorprenden al espectador menos habituado es que la estructura de la pinya (‘piña’) está perfectamente organizada en cuanto al número de castellers que la forman, la manera como se colocan y la función que desempeñan. Es un verdadero rompecabezas.

Tipus de Castell

El nombre de los castells está determinado por dos parámetros: el número de personas en cada piso (sin tener en cuenta el pom de dalt) y el número de pisos. El mínimo de pisos que tiene que tener una estructura para ser considerada un castells son seis, con la única excepción de los pilars, que lo son a partir de cuatro pisos.

Estructuras simples
Son las más fáciles de contar e identificar. Se componen de uno, dos, tres o cuatro castellers por piso. Pero cuidado, que cuando nos referimos a estructuras simples no queremos decir que sean fáciles de hacer.

Estructuras complejas
Con más de cuatro castellers por piso, las estructuras complejas no son nada más que una combinación de estructuras simples. Algunas de ellas son verdaderas obras de ingeniería.

Estructuras singulares
Se trata de castells que aunque tienen una estructura simple se singularizan bien por la forma de levantarse o bien porque prescinden de alguna base de apoyo habitual.

Ilustraciones de Xavier Ruiz cedidas por Lynx Ediciones

MÚSICA

Los castells no se entienden sin la música de las grallas (instrumento de viento tradicional catalán) y los tambores. El “toc de castell” es la pieza más conocida: la que se interpreta durante la elevación del las torres y marca los tiempos, de manera que sirve de guía para los integran la construcción. Pero si estamos en una diada castellera, antes de escuchar el “toc de Castell” habremos escuchado el “toque de entrada” en la plaza. Muchos otros momentos castellers tienen también su música correspondiente, como el “toc del pilar caminant” (que acompaña un pilar que se desplaza) o el “toc de vermut” (que se interpreta al final de la actuación).

LOS INSTRUMENTOS

Los instrumentos que acompañan tradicionalmente los castells són la gralla i el tambor.

La gralla seca es un tubo de fusta troncocónico que, con pequeñas variaciones, tiene una medida de unos 35 cm de largo con nueve agujeros: seis en la parte superior, uno en la parte inferior, y dos más en la campana o boca del instrumento. Estos sirven para mejorar la afinación y la sonoridad. Las maderas pueden ser varias: azufaito, ébano, boj, olivo, etc.

Hay tres tipos de grallas como son la gralla dulce (también conocida como de llave o de dos llave), un modelo más avanzado de la gralla seca que incorpora unas llave en la parte baja que le permiten llegar hasta el mi3. La gralla baja es una cuarta más grave que la dulce e incorpora llave que le permiten llegar hasta el la2.

En la parte superior de la gralla se añade el tudel, también de forma cónica, que puede ser de diferentes medidas. En el rudel es donde de pone la caña. Ésta se fabrica artesanamente, formada por dos palas superpuestas ligadas con un hilo. Cuando el aire pasa por medio de las dos, vibran y producen el sonido.

La transcripción musical mayoritaria de la gralla és “de sol a sol, como los campesinos”, mientras que en el municipio de Sitges se conoce como “re” la nota que suena tapando todos los agujeros. En el mundo de la gralla encontramos dos sistemas de afinación: a   Hz, más habitual en la zona tradicional (campo de Tarragona), y Hz, más habitual en la zona no tradicional.

En cuanto a los tambores, Xavier Bayer González indica en el programa de fiesta mayor de Vilafranca del Penedès de 1990: “los tambores más antiguos eran de madera, en general de menos de dos palmos de alto y uno y medio de diámetro. Con una piel encime y debajo que se tensaba mediante unas cuerdas; también hay uno o dos bordes de tripa en la piel de abajo que permiten el redoble.

Hoy día los más habituales son los de latón, tapados por los dos lados con piel natural o plástica tensada con tensores de metal y un borde regulable en el lado opuesto. El tambor se toca con dos baquetas de madera.

Historia

Hay diferentes teorías sobre el origen de la gralla tradicional. En todo caso se afirma que arraigó especialmente entre los siglos XVIII y XIX en el campo de Tarragona, Penedès, Tarragonès y Garraf.

La gralla tradicional es corta o seca. En el último tercio del siglo XIX aparecieron la gralla larga de llaves o dulce, para poder hacer harmonías a diferentes voces y tener una mejor tesitura. En su momento la introducción de la gralla dulce fue objeto de crítica por un grupo numeroso de nostálgicos de la gralla seca, pero tampoco faltaron los partidarios y defensores de la larga, disparidad de criterio que se mantiene aún hoy en día.

La época más esplendorosa de la gralla la encontramos entre 1875 y 1915, cuando se introdujo la gralla baja. También en esta época se modifican los tambores de madera por unos de más ligeros, de latón.

A partir de 1915 empieza la decadencia de la gralla con el monopolio que representaba la enseñanza familiar. La aparición de otros instrumentos y gustos musicales hicieron que se redujera el número de músicos que tocaban la gralla.

Pere Català Roca, en 1952, hizo un balance en “Destino” de los grallers que quedaban, según el que serían sólo 14 grallers y 7 tambores.

En el otoño de 1952 Sitges organizó una escuela donde se impartiera de forma abierta la enseñanza de la gralla. En 1969 se puso en marcha la escuela de gralla de Tarragona. Y en 1976 aparece una nueva colla de grallers en Vilafranca del Penedès.

También en 1976 la colla castellera de Atafulla convoca el primer encuentro de grallers: “…ya su celebración representa un paso adelante en la estructuración y formulación de un programa de actuación de los que, como grallers, forman parte hoy del mundo de los castells y son miembros de pleno derecho” (traducción libre - Món Casteller, op cit Jordi Garcia Soler, Avui del 4/12/1976).

Más tarde, en 1981 en Reus, se dio inicio a la “Trobada de Música Tradicional” y en 1986 se organizó otra en Guardiola de Font-Rubí.

El 14 de diciembre de 1979 se presenta el grupo Escuela de Grallers de la Colla Joves Xiquets de Valls.

A partir de los años 80 se crearon métodos pedagógicos y se realizaron congresos, exposiciones, muestras de música de cultura popular y tradicional, etc. Ya en los años 90 las clases de música tradicional se amplían a diferentes puntos del territorio.

Desde el 2006 la gralla se puede estudiar también en la Escola Superior de Música de Catalunya, como título superior de música, equivalente a una licenciatura, junto con otros instrumentos de música tradicional.

El “Toc de Castells”

Tal y como indica Joan Cuscó “el toc de castells consta de dos partes enmarcadas por tres motivos: inicio, aleta y salida, el conjunto y cada una de les cuales describen o narran el itinerario del castell”. En este caso el sonido es la guía para que los que aguantan el castell sepan cómo se está desarrollando su construcción:

Consiste en un toque de atención.
Es la melodía que acompaña el proceso de construcción del castell. Su duración depende del ritmo de construcción de la estructura.
Es un toque de atención que indica la consecución del castell y consiste en la repetición mantenida de dos notas (re4 y mi4) hasta que la enxaneta levanta el brazo. Entonces la gralla hace sonar el sol4.
A continuación empieza la acción de descargar el castell, el inicio de lo que viene expresado musicalmente por tres notas descendentes (sol4, fa4, mi4) que se hacen durar mientras la enxaneta y el acotxador van desmontando el “pom de dalt”. Aquí la melodía, con un diseño regular descendente y a tempo, va guiando el descenso ordenador de los diferentes pisos. También es una parte con una duración abierta, como la de la subida/construcción.
El castell descargado tiene también su pequeño tema o coda para indicar el final: unos 8 compases con una melodía a base de grupos artificiales, valores cortos, de perfiles ascendentes y a tempo ad libitum. El “toc de castell” empieza y termina en un registro agudo. Tanto la parte 2 como la salida varían su duración según el ritmo durante la descargada. Además, concretamente en la salida, los músicos se avisan para hacer la versión más corta o larga en cada caso. La corta consiste en hacer sólo los dos últimos compases.

Como indica Xavier Bayer, en los castells de siete pisos “cuando comienzan a subir los del tercer piso es cuando da inicio a la ejecución musical del toc de castells. En el momento en que el cap de colla grita terços amunt! el sonido potente de la gralla y el tambor invaden el espacio acústico y avisan que el castell ya ha empezado”.

En los castells de ocho pisos la música iniciará cuando empieza a subir el cuarto piso y así, sucesivamente en función de la altura de la construcción.

FUENTES
Blai FONTANALS I ARGENTER, Nosaltres, els grallers.
Ivó JORDÀ I ÁLVAREZ, Fitxa tècnica de la gralla. Per conèixer i entendre l’instrument.
Joan CUSCÓ I CLARASSÓ, El Toc de Castells. Història i històries d’una música.
DINSIC (edició a cura de Xavier Bayer i Iris Gayete), Terços amunt! Músiques per a gralla a l’entorn del fet casteller.

ACTUACIONES

El calendario casteller varía cada año y a menudo sufre cambios con pocas semanas de antelación, de modo que la mejor forma de saber cuándo y dónde se pueden ver castells es consultar con unos días de antelación las actuaciones que tendrán lugar en una fecha concreta, teniendo en cuenta que la actividad castellera no es permanente, sino que se rige por una temporada no oficial.

DÓNDE Y CÚANDO

Tradicionalmente, la temporada empezaba por Sant Joan (24 de junio) y acababa con la diada de Santa Úrsula (domingo posterior al 21 de octubre), pero este calendario se ha ampliado y en la actualidad se pueden ver castells durante prácticamente todo el año, si bien el momento con menos actividad son los meses de diciembre y enero.

Además, el número de actuaciones también ha crecido: cada año se levantan más de 10.000 castells. En verano, por ejemplo, se celebran decenas de actuaciones cada fin de semana. Hay que tener en cuenta que los castells, como actividad amateur, suelen tener lugar en fin de semana o en días festivos. La importancia de las actuaciones es variable, aunque hay algunas que, por tradición, suelen ser las más seguidas año tras año.

De la misma manera que el calendario se ha ampliado en el tiempo, también lo ha hecho sobre el mapa: se pueden encontrar torres humanas prácticamente cada fin de semana en la mayor parte del territorio.

LAS DIADES IMPRESCINDIBLES

Aunque el calendario es variable y es difícil saber dónde se podrán ver las mejores actuaciones, existen varias diades (‘jornadas, festividades’) con las cuales, por tradición y resultados históricos, se podría configurar un listado de citas imprescindibles

Sant Joan marcaba tradicionalmente el inicio de la temporada castellera. Cada 24 de junio tiene lugar, en Valls, la diada de fiesta mayor en la que las dos colles locales tienen su primer cara a cara. El mismo 24 por la tarde también se pueden ver castells en Tarragona con la participación de las cuatro colles de la ciudad.
Es una de las primeras actuaciones destacadas de la temporada y se celebra el primer domingo después de San Pedro (29 de junio). Actúan las dos colles locales, Minyons y Castellers de Terrassa, además de una tercera colla convidada.
Desde el año 2000 la diada de Les Santes ha ido ganando importancia en el calendario casteller gracias a las buenas actuaciones de las colles invitadas así como de la evolución de la colla local, Capgrossos de Mataró.

Se celebra el domingo anterior a la festividad de Les Santes (27 de julio).
La plaza de la Vila de Vilanova i la Geltrú se convierte, el primer fin de semana de agosto, en escenario de la diada de fiesta mayor donde, a parte de la colla local Bordegassos de Vilanova, actúan dos colles invitadas de máximo nivel. Los castells son el sábado por la tarde, una buena excusa para alargar con una cena y algún acto nocturno.
Cada 15 de agosto, la pequeña población de la Bisbal del Penedès se convierte en el epicentro casteller en una de las citas más genuinas del calendario, conocida tanto por los castells que pueden verse como por sus elevadas temperaturas.
El Catllar no tiene colla propia pero desde el siglo XIX vive con pasión los castells. Su diada de fiesta mayor, el tercer o cuarto sábado de agosto por la tarde en una de las plazas con más ambiente del mundo casteller, se ha convertido por méritos propios en una de las indispensables para la afición: colles invitadas de primer nivel, estrategia y rivalidad son los ingredientes.
Es una de las actuaciones más tradicionales del calendario y dispone de un cartel de lujo. Se celebra el cuarto domingo de agosto y participan tres de las principales colles además de la local, Minyons de l’Arboç. A parte de por los castells vale la pena asistir a la actuación del Ball de Diables que tiene lugar justo antes de la diada.
La Diada en mayúsculas. Cada 30 de agosto, Vilafranca del Penedès invita a las que considera “las cuatro mejores colles del mundo casteller”. Tradición, rivalidad, castells de la máxima dificultad y un escenario imponente hacen que la que muchos consideran “la plaza más castellera” se llene de miles de personas para gozar de uno de los espectáculos más emocionantes de la temporada. Aunque el 30 de agosto es el gran día, hay también actuación el día antes y después, San Ramón, en los dos casos con la participación de las colles locales.
La fiesta mayor de Tarragona cuenta con dos actuaciones en que se acostumbran a ver castells de la máxima dificultad. Las más tradicional es la diada de Santa Tecla, que se celebra el mismo día de la patrona (23 de septiembre) con las cuatro colles locales. Desde 2005 se celebra también la Diada del Primer Diumenge de Festes, en la que actúan las dos mejores colles locales junto con dos invitadas de primer nivel.
El domingo más cercano al 24 de septiembre (fiesta mayor de Barcelona) se celebra la Diada Històrica de la Mercè, una de las actuaciones que aglutina más espectadores y, sobretodo, turistas. Participan los locales Castellers de Barcelona con dos colles invitadas de primer nivel. Es imprescindible ser puntual porque el exceso de público hace que a veces se cierren los accesos a la plaza Sant Jaume. El mismo día 24 de septiembre también podemos ver castells en la Diada de la Mercè, una actuación conjunta con todas las collas de la ciudad en la misma plaza Sant Jaume: Castellers de Barcelona, Castellers de la Vila de Gràcia, Castellers de Sants, Colla Jove de Barcelona, Castellers del Poble Sec, Castellers de la Sagrada Família, Castellers de Sarrià i Colla Castellera de l’Esquerra de l’Eixample. Es una de las pocas oportunidades para ver tantas colles en una misma actuación y disfrutar de hasta 30 construcciones.
El primer domingo de octubre de los años pares se da cita la actuación más excepcional del calendario. Es la única diada en la que hay vencedores y perdedores explícitos, en la que los castells tienen una puntuación asignada, en la que un jurado revisa minuciosamente que se cumpla un reglamento y en la que el público paga entrada. Es el día en que los castells son, abiertamente, una competición. Si queremos asistir al Concurso es necesario preverlo con antelación ya que las 6.000 entradas que la organización pone a la venta se agotan en pocas horas. Es el espectáculo casteller más grande del mundo: tres jornadas, 42 colles y un mosaico de color único.
Los años impares la plaza del Mercadal de Reus reúne, la tarde del primer sábado de octubre, algunas de las mejores colles del mundo casteller que actúan junto con los Xiquets de Reus, la colla local.
El domingo más cercano al 15 de octubre la plaza Vella del Vendrell vive, desde hace años, una diada llena de tradición donde se pueden ver castells de máxima dificultad en un entorno conocedor de los castells. La colla local, els Nens del Vendrell, se acompaña de dos colles de primer nivel que ofrecen castillos de máxima dificultad.
La plaza del Blat, el quilómetro cero del mundo casteller, el escenario donde hace más de 200 años si vieron las primeras torres humanas, vive su gran día en la Diada de Santa Úrsula, el domingo posterior al 21 de octubre. Una exhibición de pura esencia castellera, de la rivalidad más genuina y de castells de la máxima dificultad por parte de las dos colles locales, la Colla Vella dels Xiquets de Valls y la Colla Joves Xiquets de Valls. Una de las singularidades de esta plaza es que sólo ve actuaciones de estas dos colles y no se invitan a otras.
Los Minyons de Terrassa pusieron la plaza del Vi en el mapa de las grandes plazas castelleres alzando, en 1998, el primer 4 de 9 sin folre (forro) del siglo XX en la diada de Sant Narcís de la colla local Marrecs de Salt. Desde entonces esta plaza se convierte, cada domingo anterior al 29 de octubre, en la mejor oportunidad de ver castillos de máxima dificultad en el norte de Catalunya.
Los Castellers de Vilafranca dan por finalizada su temporada con esta diada. Si por Sant Fèlix acuden las “mejores colles del mundo casteller”, por Tots Sants se intenta que actúen las que, por nivel, vendrían a continuación: valores emergentes que ven en esta actuación un escaparate inmejorable.
Es suficiente decir que en esta diada se han visto por primera vez castillos como el 2 de 9, y el 3 y 4 de 10 descargados de la historia, para entender su importancia. Es la última actuación destacada de la temporada (tercer o cuarto domingo de noviembre), hecho que a menudo obliga a ir bien abrigado.

Las más singulares

Además de las actuaciones donde se ven los castells más grandes, hay algunas que son excepcionales por otras razones: porque los castells se hacen de noche, porque se hacen en sitios singulares o porque tienen alguna particularidad que las hace especiales. Estas son sólo algunos ejemplos:

Los años acabados en 1 se celebran en Valls las fiestas Decenales de la Virgen de la Candela (2 de febrero), durante las que tiene lugar la actuación más multitudinaria. Todas las colles del momento actúan de forma simultánea en lo que se convierte en un espectáculo de color.
La mayoría de diades tienen lugar el domingo al mediodía pero hay algunas excepciones. La actuación de Completas en Valls, el 23 de junio, empieza a las once menos cuarto de la noche. Es una diada que tiene por marco la fiesta mayor de San Juan y en la que los castells se mezclan con fuego. Una de las imágenes más espectaculares es cuando las dos colles sostienen sus pilares durante varios minutos mientras en el cielo se proyecta un castillo de fuegos artificiales.
La diada de Millars, en el Rossellon francés, es la más antigua de la Cataluña Norte. Desde el año 1997, a principios de agosto, se levantan castells en el marco de una feria taurina que cada año acoge a más de 50.000 personas que acuden para ver castells, pasodobles y toros.
Cada 9 de agosto en Llorenç del Penedès, los vecinos del pueblo levantan castells, vestidos de calle y sin ser una colla propiamente, en una actuación que empieza a las doce de la noche. Una vez acabada los asistentes pueden disfrutar de una porción de sandía antes de la verbena.
La fiesta mayor de verano de Tarragona, Sant Magí, cuenta con una de las diadas más tradicionales. Cada 19 de agosto las cuatro colles de la ciudad actúan en la plaza de las Cols, un escenario único que permite al público más puntual ver castells sentado en las escaleras de la Catedral. Importante ir preparado para pasar calor!
Marrecs de Salt, Sagals d’Osona, Tirallongues de Manresa y Castellers de Lleida son las cuatro colles de poblaciones unidas por el Eje Transversal (autovía C-25) que celebran, desde 1999, una diada conjunta. Se organiza a mediados de septiembre de forma itinerante y destaca por el buen ambiente de las colles que acaban la actuación con un castell conjunto.

Después de la actuación castellera, la diada de la Mercè de Tarragona, el 24 de septiembre, sorprende con una particularidad. Las cuatro colles de la ciudad levantan un pilar de cuatro pisos que sube y baja los 19 escalones de la Catedral e intenta recorrer los 410 metros hasta llegar al Ayuntamiento  en un tiempo que oscila entre los 10 y 15 minutos.

En Gerona, los Marrecs de Salt también tienen su particular pilar que camina. El día de Todos los Santos, bien entrada la noche, intentan cada año subir los 90 escalones de la Catedral.

Bellprat, un pueblo de la comarca del Anoia de 64 habitantes (2019), tuvo durante la Segunda República la primera alcaldesa de Cataluña y España (1934). Desde 2009 el municipio rinde homenaje a Natividad Yarza con una diada castellera que se celebra a finales de octubre y que tiene la singularidad que la estructura principal del castell (tronc) está formada íntegramente por mujeres.

CÓMO FUNCIONAN

Una actuación castellera típica consta de tres castells y un pilar de despedida por parte de cada colla participante: en cada diada pueden actuar una, dos, tres, cuatro o incluso más colles, aunque las más habituales son de tres. Las agrupaciones van levantando sus castells por rondas, siguiendo un orden de actuación que se pacta o sortea antes de empezar. Habitualmente, en caso de no conseguir el castell que se intenta, la colla tiene derecho a repetirlo.

Por mucho que busquemos, no encontraremos en ningún sitio un “reglamento de los castells” que recoja por escrito las normas que rigen las torres humanas. Pero esto no significa que estas reglas no existan: los castells se alzan siguiendo unas convenciones no escritas que todo el mundo conoce y acepta.

La única actuación que sí cuenta con unas normas explícitas es el Concurso de Tarragona, que fundamentalmente intenta recoger por escrito las reglas tradicionales, aunque con algunas diferencias.

QUIÉN HA GANADO

Aunque desde fuera lo pueda parecer porque coinciden en una misma plaza diferentes “equipos”, los castells no son una mera competición y no hay ganadores ni perdedores. Las colles hacen los castells sobretodo para superarse a ellas mismas y alcanzar sus metas. Por eso es habitual que, después de una diada, varias colles salgan de plaza contentas: todas se sienten ganadoras porque han alcanzado sus objetivos.

Aún así, es evidente que hay castells más difíciles que otros. Los castellers lo saben y a menudo, aparte de autosuperarse, tienen también el aliciente de hacer mejor actuación que los demás. Esto es especialmente claro en diades en que coinciden colles de nivel similar o con rivalidad entre ellas.

QUÉ CASTELL ES MÁS DIFÍCIL

En este caso también se usan criterios y convenciones no escritos. La alegría de los castellers y la intensidad de las ovaciones pueden ser una buena guía, aunque los que busquen precisión se pueden orientar con la tabla de puntuaciones del Concurs de Tarragona.

Concurso

CONSEJOS PARA PARTICIPAR

Sácate el reloj, las gafas, los pendientes y los anillos. En caso de caída podrían ser peligrosos.

¡No levantes la cabeza! Si piensas que no podrás aguantar la curiosidad, ¡mejor que lo veas desde fuera! Estar en la pinya requiere la máxima concentración.

Guíate por las gralles, los gritos del cap de colla y el sonido del ambiente para intuir cómo va el castell.

No aprietes con la barriga, sino con el pecho, y sólo cuando desde delante te lo pidan. Cuando oigas “dóna’m pit!” sabrás que es el momento de hacerlo.

Déjate aconsejar. Todo el mundo ha tenido una primera vez y los más veteranos de la colla estarán encantados (a veces demasiado!) de explicarte qué tienes que hacer y cómo te tienes que poner.

En caso de caída, no te agaches y no dejes de empujar adelante.

Disfruta de la experiencia. ¡Seguro que repetirás!

Valores

Desde noviembre de 2010, los castells son reconocidos por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Está claro que su valor estético y el desafío de la gravedad influyeron en ello, pero el principal motivo del reconocimiento son los valores que los castells llevan implícitos.

Los castells son una actividad totalmente altruista. El casteller no cobrar por formar parte de una colla. Ser casteller es ponerse al servicio de un proyecto en que la única recompensa será la satisfacción de conseguir los retos, de la autosuperación.
Por otro lado, los castells son a la vez una actividad gratuita: el casteller no paga por formar parte de una colla, de modo que es una oportunidad de invertir el tiempo de ocio: hacer castells es tener dos o tres ensayos al atardecer durante la semana y una actuación el fin de semana, a menudo en otros pueblos o ciudades de Cataluña. Además, es una actividad de la que se puede disfrutar en familia.
En los castells, la gloria es siempre colectiva. Tan importantes son los castellers que forman la pinya como el enxaneta que culmina el castell. Es necesario que cientos de personas cumplan cada uno con su función para que la colla alcance el éxito.
Las colles castelleres son abiertas e inclusivas. Todo el mundo es bienvenido y todo el mundo es útil. En una colla hay hombres y mujeres de todas las edades, desde los más pequeños hasta los mayores, y también de todas las condiciones sociales y orígenes. Para unirse solamente hace falta ir a algún ensayo y apuntarse.
La inclusión y la integración son también valores esenciales de los castells: en una colla se conoce a gente de todos tipos, se hacen amigos, se conoce y se practica el idioma, se viven y prueban los hábitos y la cultura local... Por esto pertenecer a una colla ha ayudado a miles de recién llegados a integrarse en la sociedad catalana en las últimas décadas.
Además, los castells son solidarios por definición: el casteller “regala” al grupo su esfuerzo, sufrimiento, valentía, tiempo... Y, a cambio, sólo espera que el resto de castellers haga lo mismo. Por otro lado, en las colles también encontramos solidaridad en el sentido clásico: las relaciones que se establecen entre los miembros hacen que unos y otros se ayuden. Los castells crean red.
Las colles castelleres son asociaciones abiertas, a las que todo el mundo puede unirse y en las que la opinión de todos es escuchada. La norma básica de funcionamiento interno son los estatutos de cada colla, que la asamblea de castellers ha aprobado democráticamente. También corresponde a la asamblea la elección de las juntas técnica y directiva. Además, las colles están agrupadas en la Coordinadora de Colles Castelleres de Catalunya, entidad que también elige sus órganos de gobierno y toma las decisiones de forma democrática. Así, aún siendo heredero de una tradición bicentenaria, el mundo casteller sigue un modelo completamente democrático.

TRADICIÓN Y MODERNIDAD

Los castells son una actividad que se mantiene fiel, en gran parte, al espíritu y la práctica que presentaban hace 200 años: el hecho de ser una parte fundamental de la fiesta mayor, la compañía de la música o la misma tipología de los castells son algunos de los elementos que se han transmitido de generación en generación. Este pósito de tradición no significa que los castells no hayan estado capaces de adaptarse a los nuevos tiempos. El hecho de haber tenido la capacidad de hacerlo explica su pervivencia y vitalidad sin precedentes que han demostrado los últimos años.

Estos cambios han sido tanto técnicos como sociales, como por ejemplo la incorporación de la mujer que se dio a partir de los años 80. Además, los castells han sido objeto de numerosos estudios científicos para mejorar la seguridad de sus participantes. Fruto de estas investigaciones, por ejemplo, se diseñó un casco protector para uso de los más pequeños. Finalmente, los castells están presentes de forma notable en los medios de comunicación y especialmente en la televisión pública nacional catalana (Televisió de Catalunya), que ha apostado hasta el punto de convertirlos en un aparador de sus innovaciones tecnológicas como el 3D (documental “Enxaneta”, producción de TVC bajo la dirección de Paulí Subirà, 2011).